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Ella
lo miró con tristeza, casi con compasión, y antes de abrir la puerta para
marcharse dijo:
-Tienes
suerte de que Ándros sea tu padre.
Max
dibujó una sonrisa en su delgado rostro. Una línea sarcástica en sus labios que
acompañó con un lento parpadeo.
-¿Por
qué? ¿Crees que es un padre ejemplar?
Los
ojos de la mujer se humedecieron, aunque solo ella pudo notarlo.
-…
Porque sigue vivo. – contestó, marchándose después mientras cerraba la puerta
tras de sí.
Max
no tuvo tiempo de replicar, y de haberlo tenido, no habría sabido qué decir.
Después
miró hacía la camilla donde se encontraba su padre, que, haciéndose el dormido,
pudo escuchar la conversación entre su hijo y la joven alumna que había ido a
visitarle: Marga.
Pero
lo que él no sabía es que Marga, que asistía puntualmente a sus clases de
literatura, había perdido a su padre hacía ya diez años.
Marga
no sabía si Ándros era un padre ejemplar o no, y pensó que aquello no
importaba, que lo único que valía la pena es que siguiera vivo, y que su hijo
pudiera abrazarlo de nuevo.
Aquello
le tocó el corazón, pues Ándros le recordaba a su padre, y quizá por eso sentía
un cariño especial hacia aquel hombre al que apenas conocía.
Su
padre no tuvo otra oportunidad y Ándros sí, y por eso, Max debería sentirse
afortunado.
Pero
Max no tenía la relación que Marga tuvo con su padre, y a veces, el amor, es difícil
de mostrar, pues un solo paso puede separarte
de él.
Ándros,
que seguía haciéndose el dormido, se preguntó si su hijo había ido a verlo por
obligación, o si realmente quería estar allí, a su lado, viendo como la
decrepitud de la vejez empezaba a pasarle factura.
Pero
el caso es que todo aquello daba igual. No importaba si Max quería a su padre o
no. Lo único que tenía relevancia, pensó Marga, es que Max tenía otra
oportunidad para estar con su padre.
5 comentarios:
Silvia, muy buen relato, amiga...Realmente a veces valoramos a las personas cuando ya no están...Y Max y su padre tenían otra oportunidad para recuperar ese cariño que habían perdido...Ambos reflexionaron y llegarían a la conclusión de que la vida aún los mantenía cerca...
Mi felicitación y mi abrazo de luz por tu cercanía y buen hacer.
M.Jesús
Hola silvia! Cuanto me alegró tu visita, Por mi parte estoy encantada de volver a leerte y aunque he estado ausente, espero seguir pasando por aquí.El relato ha sido una delicia leerlo es cierto que no valoramos a nuestros seres queridos cuando los tenemos por eso hay que quererlos. Un relato que nos hace reflexionar. Gracias Un abrazo y buen finde.
Buen relato y buenas dudas plantea.
En cuanto a oportunidades, creo que van de la mano de las experiencias vividas, y el acompañar a un ser querido “entre comillas”. Puede quedar enmarcado en un acto de Humanidad, o la simple costumbre de los días pasados, buenos o malos.
En fin, cada uno que saque sus propias conclusiones.
Por ende, no siempre son tan queridos “nuestros seres queridos”, incluso el acercamiento a últimas, puede significar la certificación de que esa parte de la historia se acaba de verdad y solo queda esperar, pasar página y seguir viviendo. Mitificando o desmitificando al ser querido, que es como acercarnos o apartarnos para siempre, no solo de la persona si no de su pensamiento e influencia. Pero fuere como fuere…
Una buena historia para pensar… Un abrazo y a seguir bien familia
Buenísimo, bien narrado mostrando como somos, y que hacemos con nuestros ancianos.
Beso
Hay veces en las que deseamos aprovechar una oportunidad que ya hemos dejado pasar. Este relato sirve para recordarlo. Abrazos Silvia.
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