Alexis
Sin
quererlo, sin saberlo, se ha dejado caer del cielo un pequeño trozo de estrella
que volaba libre entre infinitas galaxias de lejanos paisajes espaciales.
Un
pequeño hombre, de gran corazón y de valiente espíritu, camina ahora por un
mundo tan maravilloso como hostil, por tierras tan vivas como ruinosas, por
experiencias tan dulces como amargas.
Un
hombre, un protector, un ángel que aún guarda los secretos de la vida y los
misterios de la muerte, pero que con el tiempo, como nos sucede a todos,
perderá ese conocimiento para dejarlo enterrado en algún lugar de su inquieta
mente.
Un
poeta, un pequeño poeta qué llenará su vida de bellos versos que recitará para
el mundo, pues el mundo le ha estado esperando y está listo para escucharle.
Abrazado
a mi cuerpo y con su cabeza posada sobre mi hombro, me pierdo en la mirada de
unos ojos azules que reflejan toda la sabiduría de quien aún no sabe nada.
Es el
espejo de un ángel, un pequeño ángel que, caído del cielo, ha venido a parar a
mis brazos, para que, más que enseñarle yo, puede enseñarme él a mí.