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Sonó el teléfono. Virginia se precipitó sobre él como una fiera en plena caza, pero se detuvo un instante, antes de cogerlo.
Sus manos temblaron y el corazón incrementó el ritmo de sus pulsaciones. Después de unos eternos segundos, descolgó el aparato.
-¿Sí?- susurró con un tono expectante.
Al otro lado, silencio… Luego, un suspiro.
-Soy yo-
Virginia cerró los ojos. “Era él”.
-Llegaré un poco más tarde. Tendrás que cenar sola.- dijo la voz grave que estaba al otro lado del teléfono.
Se hizo otro silencio, esta vez, más largo.
-Te guardaré la cena para mañana.
-De acuerdo, nos vemos en un par de horas.
Pedro colgó. Sabía que su mujer sospechaba que tenía una amante, una querida, una amiga, un desahogo… daba igual en nombre. Pero no era cierto. Su puesto de trabajo estaba en peligro, y se veía obligado a realizar horas extras para poder sacarlo adelante, para poder demostrar que era imprescindible en la compañía.
Sin embargo, Pedro no sabía que su mujer no estaba esperando su llamada…
Virginia, después de colgar, se sentó abatida en el sofá de piel marrón. Darío no la había llamado aquella tarde, a pesar de que había prometido hacerlo… Intuyó que aquello no iba a ir a ninguna parte.
Pensó que se había quedado sola. Pedro estaba con otra mujer, y Dario, probablemente, también.
Sus manos temblaron y el corazón incrementó el ritmo de sus pulsaciones. Después de unos eternos segundos, descolgó el aparato.
-¿Sí?- susurró con un tono expectante.
Al otro lado, silencio… Luego, un suspiro.
-Soy yo-
Virginia cerró los ojos. “Era él”.
-Llegaré un poco más tarde. Tendrás que cenar sola.- dijo la voz grave que estaba al otro lado del teléfono.
Se hizo otro silencio, esta vez, más largo.
-Te guardaré la cena para mañana.
-De acuerdo, nos vemos en un par de horas.
Pedro colgó. Sabía que su mujer sospechaba que tenía una amante, una querida, una amiga, un desahogo… daba igual en nombre. Pero no era cierto. Su puesto de trabajo estaba en peligro, y se veía obligado a realizar horas extras para poder sacarlo adelante, para poder demostrar que era imprescindible en la compañía.
Sin embargo, Pedro no sabía que su mujer no estaba esperando su llamada…
Virginia, después de colgar, se sentó abatida en el sofá de piel marrón. Darío no la había llamado aquella tarde, a pesar de que había prometido hacerlo… Intuyó que aquello no iba a ir a ninguna parte.
Pensó que se había quedado sola. Pedro estaba con otra mujer, y Dario, probablemente, también.