Con los brazos apoyados en mi regazo, me pregunto
cuánto tiempo ha pasado…, cuando fue la última vez que toqué tu rostro, que
abracé tu cuerpo, que crucé mis ojos con los tuyos…
Con los brazos apoyados en mi regazo, evoco tu
imagen en un algún rincón de mi mente, de mis pensamientos, de mi imaginación…
Y como una inmortal llama, veo tu aura brillar sobre mi cabeza, detrás de mí,
cuidándome, asustando al vendaval que en ocasiones sopla con fuerza.
Con los brazos apoyados en mi regazo, recuerdo que
anoche soñé contigo. Me acompañabas en mi camino hacía el encuentro de una
esperada nueva. Velabas en mi onirismo para no perderte la señal de un nuevo
acontecimiento.
Estabas ahí, a mi lado.
Con los brazos apoyados en mi regazo, te mantengo en
mi corazón con una simple sonrisa, con la complicidad de quien sabe lo que
nadie sabe, con la certeza de que todo está ahí aunque no veamos nada, con la
certidumbre de quien todo sabe pero casi nada recuerda.
Con los brazos apoyados en mi regazo, imagino las
miles de estrellas que colorean el firmamento, y veo como una de ellas lleva tu
sello, tu esencia, tu identidad... Y entonces, cuando miro al cielo, te veo
formar parte de mi mismo universo.